La iglesia de Santiago es la única superviviente de las tres parroquias de Cañete, tras la extinción de las dedicadas a San Andrés y Santa María. Está ubicaba en el extremo sureste de la villa, junto a las murallas, y estuvo adosada al desaparecido palacio de los Hurtado de Mendoza, señores y luego marqueses de Cañete, que ocupaba la explanada junto a la iglesia. Erigida seguramente en los siglos XII o XIII, no se sabe nada de sus primeros años y estilo. Original o no, quizás tuvo fábrica gótica de la que quedan mínimos restos en el interior y en la portada, que ostenta un alfiz tardío hecho con elementos reaprovechados. No obstante, casi toda la obra actual es de los siglos XVII y XVIII, dentro de la masiva campaña de edificaciones de templos del barroco rural conquense.
Es una iglesia de buen tamaño, de tres naves, muy ancha y capaz, desproporcionada en relación a su altura, que finalmente no pudo ser mucha por escasez de medios. Está encaramada a la antigua muralla musulmana, teniendo como muros este y de sur dos lienzos de la misma, unidos en un cubo circular bien conservado. Al interior posee planta de iglesia salón cubierta por bóvedas de arista de ladrillo sobre robustos pilares cruciformes. La portada muestra arco dintel de gran anchura, con parteluz en el centro. La torre es de correcta traza, de apostura noble pero de altura no excesiva. El empuje de bóvedas en las naves no fue bien contrarrestado (o quizás se contaba con el sostén del viejo palacio desaparecido), por lo que el muro oeste ha cedido en toda su longitud y se encuentra visiblemente extraplomado en la actualidad.
Las iglesias parroquiales durante toda la Edad Media y después son entidades fundamentales en la vida cotidiana de la villa. Por supuesto en el plano religioso, pero también más allá. Por ejemplo, en torno a la parroquia se organiza la colación (del latín collatio), unidad básica en el sistema de poder local con capacidades militares y políticas, sobre todo en villas con fuero de extremaduras (como son las familias de fueros tipo Cuenca y tipo Teruel) que dan amplísimas atribuciones a los concejos.
Cañete contó con tres parroquias, lo que apunta a una villa importante pero de segundo orden en el momento de su repoblación (En la provincia de Cuenca, por ejemplo, Moya contaba con seis, Alarcón con cinco o Huete con diez). Sabemos poco de estos primitivos templos. San Andrés se ubicaba en el solar del actual cuartel de la Guardia Civil, en la mitad norte de la población. Santa María debería estar hacia la parte alta de la villa, la zona que más ha sufrido la regresión urbana.
En cuanto a la iglesia de Santiago, quedan por aclarar múltiples interrogantes sobre la secuencia de construcción cuyo resultado final vemos hoy en día. La iglesia está orientada de norte (hastial) a sur (presbiterio) hecho extraordinario en la edificación de templos, normalmente justificable por dificultades topográficas o urbanísticas. Otro punto con grandes lagunas es la relación con las estructuras vecinas: la muralla (a la que la iglesia no se pudo adosar hasta que ésta perdió la función militar) y el palacio de los Hurtado de Mendoza (del que apenas sabemos pero cuyas interacciones con la iglesia debieron ser importantes). A la espera de nuevas investigaciones sobre la evolución constructiva, cabe pensar en una sucesión al menos dos templos (gótico y barroco rural), con posibilidad de que existiese una fase anterior a la gótica. Lo que parece claro es que el último y actual edificio se concibió según un proyecto muy ambicioso para una población con una demografía precaria y una economía debilitada en el periodo 1600 a 1760. Todo en la obra (mala cimentación, escasa calidad de construcción, materiales reaprovechados, utilización de estructuras anexas… ) apunta a una empresa acometida con más entusiasmo que medios.